viernes, 26 de julio de 2013

THE AMERICANS

                       
                                                                       

                                                                  Robert Frank

Robert Frank captó, en su obra The Americans, la América profunda. Imágenes llenas de un fuerte contenido social, en el que subyace una fuerte crítica al ideal de vida norteamericano, coincidiendo con la presidencia de Eisenhower a finales de los años 50. Por esta postura, fue tachado de antiamericano por la opinión pública. Fue, sin embargo muy bien acogido por los jóvenes de su tiempo decepcionados por la agresiva sociedad de consumo. Hemos de tener en cuenta que a Frank no le interesaba el momento decisivo que haría famoso a Cartier Bresson. Sino los que no lo son, o sea los irrelevantes, porque según él, es ahí donde reside la mayor carga emocional y significativa de su obra.

BREVE ANÁLISIS

 Vemos dos personas asomadas cada una a una ventana. La de la izquierda, es una mujer con la cara en sombra, parcialmente oculta por la persiana. La de la derecha, tiene la cara totalmente tapada por la bandera de Estados Unidos, que ondea sujeta a la ventana izquierda. En medio de ellos la pared de ladrillos les rodea.
Aparentemente es una fotografía sin importancia, donde el fotógrafo no se ha preocupado de captar los rostros de los personajes. Sin embargo, esa falta de precisión no es casualidad, sino una cuidada planificación en la intención estética del fotógrafo. Éstos parecen totalmente marginados por la sociedad en la que viven, donde la bandera, el marco de las ventanas, los ladrillos y el encuadre muy cerrado, actúan como auténticas metáforas de la opresión ideológica en la que viven.


Néstor Díaz


viernes, 19 de julio de 2013

ILUMINAR NO ES ALUMBRAR

Siempre hemos sabido que preparar una sesión de fotos es una labor compleja, que requiere de una planificación igualmente compleja para conseguir un resultado óptimo, de manera que la luz esté en su sitio y los modelos queden perfectamente iluminados por los flashes correspondientes. Esto puede ser verdad en muchas situaciones, pero no siempre. Y es que para iluminar no se necesita toda la luz disponible para que nuestro retratado quede bien. Dependerá de cada situación.
Esto que estoy diciendo es una obviedad para los entendidos, pero no para los profanos en la materia. Para ellos, una fotografía que no esté bien alumbrada, valga la expresiónes decir, que parte del cuerpo o de su rostro no quede visible, es sinónimo de perversión estética y, por tanto, la foto está mal hecha.
En realidad, la luz es la que describe el tiempo, el espacio y el sentido estético de la imagen fotográfica. Y según sean nuestras necesidades, dispondremos de ella como queramos para construir nuestro discurso. Un ejemplo claro de este uso deliberado de la luz, está en el cine negro de los años 40 del siglo pasado. En ella, los directores, alentados por la corriente Expresionista, usaban el claroscuro para escenificar ambientes tenebrosos y caracterizar a los personajes, que siempre eran comúnmente corruptos y miserables.



Néstor Díaz

viernes, 5 de julio de 2013