miércoles, 22 de enero de 2014

MARÍA ESPAÑA SUÁREZ GARRIDO




Francisco Umbral

María España Suárez Garrido, esposa de Francisco Umbral, comenzó a trabajar como fotógrafa tras aprender la técnica con Antonio Úbeda en las revistas de Interview y Tiempo , y durante años tomará imágenes de todos los políticos de la era Suárez, así como de los escritores y actores más importantes.
Aunque también hizo reportajes, su especialidad fue el retrato, y más en concreto, el primer plano. Ese busto por el que se asoma la persona. España ponía el alma en lo que hacía, como reconocen los que trabajaron con ella, y disfrutaba profundizando en los personajes que tenía enfrente: Alberti, Pasionaria, Borges, Paco Ordoñez, Plácido Domingo, Buero Vallejo, José Hierro y tantos otros. También España fue cronista gráfica en las Cortes.

BREVE ANÁLISIS

Siendo su propia esposa la que le fotografía, a nadie debe extrañar la sintonía que se produce entre ambos para retratar una personalidad tan controvertida y polémica como era la de Francisco Umbral, teniendo en cuenta su agrio y polémico carácter. La muerte de su único hijo Francisco con sólo 9 años, le llevó a publicar su libro más lírico, dolido y personal: Mortal y Rosa (1975). Eso inculcó en el autor un característico talante, altivo y desesperado, absolutamente entregado a la escritura, que le suscitó no pocas polémicas y enemistades.


Aquí vemos a Francisco Umbral con sombrero, sentado en su silla de mimbres, frente a su escritorio y con su máquina de escribir mostrándola a la cámara; tiene las manos sobre las teclas y una hoja de papel en el carro. A su lado un libro de su última publicación, y, tras él, una estantería llena con sus libros. Su expresión hierática apenas vislumbra el trasfondo de su pensamiento. Sin embargo, la blancura de sus canas, sus enormes gafas graduadas y su densa biblioteca, nos informan de la vasta cultura que atesora, sin menoscabo de su vanidad. No se aprecian líneas de tensión y su pose es relajada y confiada, teniendo en cuenta que quien la retrata es su querida esposa, la persona a la que le confiaba, con mayor fervor, sus más sinceros sentimientos afectivos e inquietudes intelectuales. 
Podemos apreciar un enorme contraste tonal entre los elementos que rodean al escritor y los de su propia figura. Así, el tono más oscuro de su rostro y la máquina de escribir, destaca más que el resto, que tiene un tono casi blanco, perdiéndose detalle en su superficie, centrando así, la mirada en el protagonista. Dicha mirada recorre la figura desde los ojos hasta la máquina de escribir. Esto forma un triángulo imaginario trazado por los brazos, que transmite serenidad y equilibrio al retrato.

Néstor Díaz
retratista


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